Época: Arte Antiguo de España
Inicio: Año 25 A. C.
Fin: Año 50

Antecedente:
La época altoimperial

(C) José Luis Jiménez Salvador



Comentario

Poseemos un buen número de referencias que permiten valorar el alcance de los proyectos monumentales emprendidos a partir de época augústea. En un intento de seleccionar una muestra representativa, cabría destacar Augusta Emerita, que desde los primeros años de su existencia se vio dotada de la muralla con sus puertas, un muro de contención encauzando el río Anas, embalses y acueductos para el abastecimiento de agua, dos puentes e incluso edificios para espectáculos como el anfiteatro y teatro, donados por Augusto y Agripa, respectivamente, en las postrimerías del siglo I a. C. En Caesaraugusta el programa monumental debió afectar en primer lugar al puente, así como a las murallas y a la infraestructura hidráulica urbana. En el último decenio del siglo I a. C. ya contó con un foro, cuya función no está del todo clara, que muy pronto fue sustituido por otro de mayor superficie, construido entre los años 10-20 d. C., al igual que otro importante conjunto público se dispuso paralelo al decumanus maximus, mientras que para el teatro se reservó un área dentro de la ciudad equivalente a cuatro manzanas. En Segóbriga se advierte una fase constructiva tardoaugustea que afectó a la muralla y al inicio de la edificación del teatro, asociado con un criptopórtico, un gimnasio y unas termas. Una situación bastante parecida se observa en una buena parte de viejos establecimientos indígenas de la Meseta como Uxema, Termantia, Ercavica, Valeria, etc. Por ejemplo, el foro de esta última se planeó y comenzó pocos años antes del cambio de Era y, precisamente, las obras principales, como la creación de la terraza superior y su muro de contención al Este, así como el gran ninfeo pertenecen a este momento. En Carthago Nova (Cartagena) un especial desarrollo monumental se constata en época de Augusto y, en general, durante los julio-claudios.
La estancia de Augusto en Tarraco, sin duda, tuvo que representar el espaldarazo definitivo para esta ciudad, convertida en cabeza de convento jurídico y capital de Hispania Citerior. La ciudad, en torno al cambio de Era, tuvo por fuerza que desarrollar un amplio proyecto de reformas urbanas que justificara su nueva condición política, de las que todavía poseemos una infomación bastante limitada, proporcionada en este caso por los textos y la numismática que mencionan la existencia de un altar erigido a Augusto durante poco después de su permanencia en la ciudad y un templo que ésta solicitó levantar a Tiberio, tras la muerte de Augusto en el año 14 d. C. Se trata de dos monumentos que, forzosamente, debieron situarse en el ámbito del foro, poniendo de manifiesto la evolución político-religiosa que experimentaron las ciudades a partir de Augusto y que dejó sentirse sobre todo en sus plazas públicas. No hay que olvidar que el foro representaba el espacio de mayor contenido emblemático en la ciudad. De ahí que el control simbólico de este espacio era necesario como consecuencia del dominio político y, en este sentido, la introducción del culto imperial constituía el postulado ideológico que en última instancia justificaba el nuevo orden.

A la hora de rastrear las huellas que definen este proceso, Emporiae constituye una referencia de enorme valor, desde el momento en que se han podido constatarse los cambios experimentados en el foro republicano. Así, en época protoaugústea, el templo que debemos imaginar dedicado a la Tríada Capitolina o a Júpiter sufrió una serie de reformas que recuerdan a la construcción en el Foro de Roma del templo del Divino Julio. En los años inmediatamente anteriores al cambio de Era, todo el foro fue profundamente transformado. La hilera sur de tabernae fue remodelada, modificándose los accesos, a la plaza; ésta en su lado oriental fue ampliada mediante la construcción de una basílica de una sola nave con una sala en el extremo sur identificada como aedes Augusti/tribunal y que simbolizaba el establecimiento del nuevo culto al emperador en los espacios forenses y más concretamente en las basílicas. En el lado oeste de la plaza se dispuso una hilera de tabernae con puertas abiertas a la calle adyacente. Estos tres elementos, tiendas de los lados sur y oeste junto con la basílica en el lado este, quedaron integrados entre sí por medio de un pórtico en forma de U. Este conjunto se vio completado con la inclusión de dos pequeños templos situados en los extremos del limite meridional del sector religioso, uno de los cuales seguramente, estuvo dedicado a Roma y Augusto o bien a sus hijos adoptivos, Cayo y Lucio. A la vista de estas modificaciones se demuestra cómo la figura del emperador y su entorno, lo que se conoce generalmente como la domus Augusta, pasó a dominar de forma simbólica las principales actividades de la vida urbana del municipio que se congregaban en el foro. De este modo, poco a poco, el sentimiento de veneración al emperador fue penetrando en todos los aspectos de la vida cotidiana.

La situación atestiguada en Ampurias ni mucho menos puede considerarse una excepción y al menos, en otras tres basílicas forenses, Tarraco, Clunia y muy probablemente, Asturica Augusta, se repite, a una escala más monumental, la presencia del "aedes Augusti" como instrumento de control simbólico de la actividad de los magistrados. Otros ejemplos ponen de manifiesto la multiplicidad de formas bajo las que podía revelarse el culto imperial. Este es el caso proporcionado por el teatro de Augusta Emerita, fechado hacia 16-12 a. C. y dotado de una capilla situada en el pórtico posterior al escenario (porticus post scaenam) y en el eje de la porta regia, en la que, entre otros hallazgos, apareció un retrato de Augusto velado como sumo sacerdote, lo que ha dado pie a identificar esta estancia como el primer lugar de culto al emperador establecido en esta colonia con anterioridad al templo municipal o imperial que se situaría en el foro. En relación con este dato puede añadirse que la presencia del culto imperial en los teatros está comenzando a ser valorada de forma conveniente a partir del ejemplo emeritense y de otros como Tarraco, Itálica, Bilbilis y Segóbriga, en los que parece confirmarse la importancia del teatro en los circuitos litúrgicos del culto al emperador. Especialmente significativo es el caso de Bilbilis, donde un proyecto de conjunto, concebido en época augústea y concluido con Tiberio, incluyó un templo elevado sobre un promontorio rocoso para acentuar su dominio sobre una plaza rodeada de pórticos que se extendía a su frente; por medio de un acceso situado en el lado occidental de este complejo se aseguraba la comunicación directa con el teatro en el que destacaba la existencia de una capilla (sacellum) coronando el limite superior del graderío y en el eje central del edificio.

Siguiendo con edificios de función religiosa, la Península Ibérica ha deparado un conjunto de templos que por sus características se integran dentro del tipo períptero y que se localizan en Barcino (Barcelona), Augusta Emerita y Ebora (Evora, Portugal). Es posible que otros templos como el representado en las monedas de Tarraco, dedicado a Augusto o el que presidía el Taianeum de Italica perteneciesen a este mismo modelo. Una característica común en todos ellos es su ubicación en un foro o gran plaza ocupando el lugar más privilegiado.

En alguna ocasión ha podido determinarse hasta qué punto las elites locales participaron en el desarrollo monumental de las ciudades. Es el caso de Saguntum, donde el foro de época republicana fue transformado en tiempos de Augusto mediante la disposición en torno al viejo templo de una serie de nuevos edificios comunicados mediante pórtico, entre los que destaca una basílica situada en posición lateral, así como dos pequeñas construcciones rectangulares flanqueando el templo republicano. En la nueva pavimentación de la plaza, se incluyó una inscripción con letras de bronce en la que se especificaba que el foro fue pagado por donación testamentaria de Gneo Baebio Gemino. La construcción de este nuevo foro formó parte de un gran programa de adecuación de toda la acrópolis saguntina, en el que quedó incluido un teatro junto al que discurría la vía ascendente en dirección al foro y debe ser entendida como una consecuencia del nuevo rango adquirido por la ciudad, convertida ahora en municipio.